Sampling como herramienta del marketing clásico.
No cabe duda de que a los consumidores les encanta probar nuevos productos, sobre todo si pueden hacerlo de una manera sencilla, fácil y gratuita. Este tipo de acciones se conocen como «sampling», todo un clásico de las estrategias de marketing. Consiste en entregar muestras y permitir a los consumidores probar las cosas antes de comprarlas. Y, aunque es uno de los trucos más viejos, sigue siendo muy eficaz para las empresas.
Está demostrado que aquellas empresas que regalan muestras de sus productos, consiguen aumentar sus ventas considerablemente. Algunas empresas incluso han convertido las muestras gratis en un elemento base de su experiencia, creando infinidad de espacios en los que los consumidores pueden probar sus productos antes de comprarlos. Obviamente, el sampling activa el principio de la reciprocidad, ya que los consumidores sienten que se les ha dado algo y que tienen que «pagárselo».
Pero además, el sampling va mucho más allá. A fin de cuentas, no solamente funciona como una forma de dar a conocer el producto, sino también como una experiencia. Algunas veces se hace además de una manera más ambiciosa, convirtiendo el proceso en algo especialmente memorable.
Sampling como herramienta del marketing digital.
Pero el sampling no solamente es una herramienta de marketing muy potente en entornos físicos o una experiencia únicamente vinculada a las tiendas tradicionales, sino que también se ha convertido en una poderosa arma dentro del comercio electrónico. Internet ha abierto las puertas al sampling y, sobre todo, ha creado nuevas oportunidades para conectar con los potenciales clientes y convertirlos en receptores de las muestras de productos que les interesan y que las marcas les quieren enviar.
Además, en la era digital, el sampling ofrece grandes ventajas. De entrada, requiere que sea el consumidor quien comience el proceso, lo que hace que el receptor demuestre que realmente está interesado en los productos que las marcas les quieren mandar. No es como pasear por un supermercado y encontrarte con un stand en el que nos ofrecen probar el jamón, sino que implica haber comenzado el proceso para conectar con la marca, lo que convierte al consumidor en un elemento activo.
Por otro lado, Internet ayuda a perfilar de una manera mucho más eficaz a la masa de consumidores. Gracias a ello, las marcas pueden obtener información muy valiosa sobre quiénes son y qué les interesa y ajustar de esta manera mucho mejor qué productos se envían a cada persona. Lo que obviamente crea nuevas oportunidades de negocio y permite aprovechar la infraestructuras ya existentes.